martes, 22 de enero de 2013

CRUZ DEL SUR

Es una de las más famosas constelaciones modernas a pesar de ser la más pequeña de las 88 que integran la esfera celeste; según los límites imaginarios impuestos por la Unión Astronómica Internacional (UAI) en 1930, esta constelación, con solo 68 grados cuadrados, cubre apenas 1/600 del cielo.

Es útil para la orientación ya que permite determinar el punto cardinal sur: prolongando cuatro veces y media en línea recta el eje principal de la cruz, partiendo de su estrella más brillante «Acrux», el «pie» de la Cruz, se llega al polo sur celeste, el punto alrededor del cual gira en forma aparente la bóveda del cielo. Una vez hecha esta prolongación, basta bajar una vertical hacia la línea del horizonte y allí se encuentra con bastante precisión el sur geográfico. Si bien por su proximidad al polo sur celeste, la Cruz del Sur gira alrededor del mismo en forma ostensible durante el transcurso de la noche, no importa su posición para este procedimiento de localización, ya que su brazo mayor, al girar alrededor del polo celeste, siempre determina el lugar del mismo.

La Cruz del Sur limita en tres de sus lados con la constelación Centaurus mientras que al sur lo hace con la de la Musca. Los griegos antiguos la crearon como parte de Centaurus, pero fue definida como un patrón estelar independiente en el siglo XVI, después de la expedición de Américo Vespucio a Sudamérica en 1501. Vespucio trazó un mapa tanto de las dos estrellas Alpha Centauri y Beta Centauri como de las estrellas de la Cruz. Aunque los griegos antiguos conocieron estas estrellas, la precesión gradual las habría puesto debajo del horizonte europeo antes de la era cristiana, de modo que fueron olvidadas. Es probable que hacia el año 5000 a. C., al final de la última era glacial, Centaurus y la Cruz del Sur fueran visibles sobre el horizonte en la medianoche de primavera en la latitud del centro de Europa



En la cosmovisión inca

Crux.

En el Tahuantinsuyo, esta constelación fue de importancia capital para las civilizaciones que se desarrollaron en este territorio pues la chakana (representación andina de Crux, con forma de una cruz escalonada), que en el quechua clásico quiere decir algo así como «escalera de ascenso y descenso» o «puente hacia arriba y hacia abajo», unía simbólicamente al Kay Pacha (mundo terrenal) con el Hanan Pacha (mundo de los dioses) y el Uku Pacha (mundo de los muertos).

Su importancia radica en que es la versión tangible del dios Viracocha, el creador y ordenador del mundo.

Sirvió de inspiración al emperador inca Pachacútec para dividir en cuatro el naciente Imperio inca donde cada estrella representa lo siguiente:
γ Crucis representa al Chinchaysuyo. Al norte. Región más rica.
β Crucis representa al Contisuyo. Al oeste.
δ Crucis representa al Antisuyo. Al este.
α Crucis representa al Collasuyo. Al sur, es la más importante por varios motivos entre los que se destacan: Ser la región de origen de la etnia base del imperio y contener al lago Titicaca.
ε Crucis, al estar al centro de las otras, representa a la capital imperial, la ciudad del Cusco.

En otras culturas amerindias

La Cruz del Sur.

Varias culturas indígenas de América del Sur consideraron a esta constelación como un símbolo asociado al ñandú:

Situados en el Cono Sur de Sudamérica, los mapuches, quienes la llaman Melipal («cuatro estrellas») en mapudungun, la consideraban una representación de la huella de un choyke, el ñandú o avestruz americano, animal sagrado en sus creencias.

En la Patagonia septentrional, hacia los siglos XVI y XVII, se imaginaban que la Vía Láctea era la representación de un campo de cacería de ñandúes, donde los cazadores utilizaban boleadoras, representadas por el «puntero» —α y β centauri— mientras que las Nubes de Magallanes representaban los cuerpos de los animales cazados y Las Pléyades, conocidas en la región como «Los siete cabritos», eran el nido del ñandú.

Para los mocovíes, en la región chaqueña, el puntero y sus estrellas cercanas representaban dos perros de caza y la Cruz del Sur, el cuerpo central del ñandú acechado, mientras que las restantes estrellas cercanas a la cruz completaban la figura del animal.

Para los bororó, en Brasil, la cruz era parte de una constelación que representaba a un ñandú, siendo la propia cruz una de las dos patas del mismo.

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