martes, 22 de enero de 2013

MITO DE PACHAKUTIK

Pachakutik es el mito andino, significa el retorno de los viejos y nuevos tiempos. Y es que en la mitología andina hay 3 épocas históricas: la época anterior a la invasión europea, que es considerada como un momento de armonía; la época de la invasión europea, que es considerada como un momento de sufrimiento y angustia; y una nueva época, que es considerada como el retorno a la armonía, pero en una nueva situación. El Pachakutik es el momento de la transición. Es el momento del cambio, que está acompañado incluso de conmociones telúricas, de movimientos de la naturaleza, de fenómenos culturales. Y precisamente por eso nuestra identidad es una forma andina de hablar del socialismo, de la nueva sociedad.

El Pachakutik incorpora a todos estos nuevos movimientos sociales, construyendo en esta diversidad un proceso de unidad, que vale decir es una unidad difícil. Pero no se trata de sumar fragmentos, sino se trata de recuperar aquello que es aporte de cada uno de los sujetos, a la formulación ideológica y a la formulación programática. Para nosotros es importante recuperar todos aquellos elementos de las culturas, de las nacionalidades indígenas, de las culturas de los pueblos negros, de los aportes de la lucha de género, de los aportes de la juventud, dentro de una formulación programática. Y vemos por eso con mucho interés la manera cómo poner en nuestra propuesta la mirada de género. Porque el problema del género no es solamente el problema de la mujer, es un problema también del hombre, es un problema del enfoque político. El problema juvenil no es solamente el problema de los jóvenes, sino de la mirada juvenil, y cómo remozar en las estructuras políticas, en las estructuras de conducción, esa capacidad de desafío, esa capacidad de riesgo, esa esperanza que tiene el mundo de los jóvenes. Y la presencia del movimiento indígena no solamente es recoger esos valores, sino convertirlos en la cotidianeidad. Es decir, construir la unidad en la diversidad. Y este proceso de construcción, nosotros consideramos que se concretiza en términos de poder. Y el poder no solamente se lo asalta, el poder principalmente se lo construye.

Estamos en una época en la que ya no podemos esperar, como fue nuestra lucha en los años 70, a llegar al poder, y que al día siguiente arribaran los aviones de Cubana de Aviación, de Aeroflot, y nos construían la base sobre la cual desarrollar la nueva sociedad. Ahora, cada país, cada región, parte de sus propias fuerzas. Y por eso es necesaria una importante acumulación de poder, que tiene que surgir desde abajo, desde la dinámica del barrio, desde la dinámica de la comunidad, desde la dinámica del recinto. Este proceso significa empezar ese trabajo de recuperación de la autoestima de los oprimidos, porque la pobreza es un fenómeno global. Es también pobreza intelectual y es también pobreza de valores. Erosiona y descompone las estructuras familiares, descompone la cultura. Por eso la importancia de empezar desde abajo ese proceso de construcción de poder. E implica también la revitalización del tejido social, del tejido comunitario. Implica la articulación de esos espacios de base en formas de organización reivindicativa bajo la figura del movimiento social. Y finalmente implica la proyección política de ese poder para impulsar dinámicas de confrontación y de construcción.

En la experiencia ecuatoriana, nosotros vivimos un proceso de revitalización de la identidad indígena y campesina, que se expresa en la comunidad, en la recuperación de una serie de elementos comunitarios, como el derecho consuetudinario, la autogestión económica, la educación bilingüe, la recuperación de los saberes médicos, la recuperación de la comunidad del cabildo, como formas de organización populares. De donde extraemos la inspiración para la construcción de formas quizás más complejas, como puede ser en los ámbitos locales, en los ámbitos de los municipios. Y de esta experiencia surgen además nuevos sujetos sociales, surgen el movimiento gay, el movimiento juvenil, el movimiento obrero, en una nueva y distinta óptica. En el caso ecuatoriano han emergido de este proceso nuevas organizaciones que se han convertido en referentes de lucha de esta época, como el CONAIE -Consejo de Comunidades Indígenas del Ecuador- que sin duda tiene un papel fundamental, es el dirigente histórico del proceso; la coordinadora de Movimientos Sociales, que agrupa movimientos sociales urbanos, liderada por el Movimiento Sindical Público; y la Confederación de Afiliados al Seguro Campesino, a la que represento, que recoge al movimiento campesino mestizo.

Es a partir de esto que también se constituye el Movimiento Pachakutik, y realiza su dinámica participando en los procesos electorales, en lo que llamamos la lucha institucional desde los poderes locales, construyendo una ciudadanía activa sobre los ejes de participación, de sostenibilidad y sustentabilidad, sobre los ejes de ocupación fundamental por el fortalecimiento de la atención social, y sobre el eje de la participación.

También participamos en las instituciones estatales, no tanto para sostenerlas sino para desde dentro reformarlas, para plantear un nuevo ordenamiento de estas instituciones, precisamente para radicalizar esta democracia. Es desde ese acumulado, y entendiendo que la lucha institucional y la lucha extra-institucional van de la mano, que nosotros confrontamos y respondemos a los diversos momentos políticos, aprovechando precisamente aquellos huecos que deja la conflictividad entre los grupos económicos y políticos.

Así, el 5 de febrero del año 97, nuestro movimiento lideró un proceso que culminó en la caída del presidente Bucaram y en la aceptación por el Parlamento del mandato de los pueblos que fue elaborado por el conjunto de organizaciones sociales. Y así, el 21 de enero de este año logramos llegar hasta el Congreso Nacional, desconocerlo, llegar hasta el gobierno nacional, desconocerlo, y constituir, aunque sea por una noche, un gobierno de carácter popular. Y pensamos que en la articulación de esta lucha es fundamental identificar los objetivos políticos de cada momento, en función de la correlación de fuerzas. Pensamos que una actitud maximalista nos puede llevar a perder todo lo acumulado que podemos tener y que nos ha costado muchísimos años construirlo. Pensamos que los diversos medios de poder de que dispone el pueblo tienen que ser administrados de manera coherente. Pensamos, finalmente, que América Latina vive un escenario que es favorable para esta estrategia que nosotros la hemos denominado la vía política. Que Nicaragua va camino al poder luego de una importante victoria electoral, y similar es el caso de El Salvador, y de Brasil, el de Perú, o de Bolivia, o de Ecuador.

En ese escenario, los rendimientos de esa estrategia son rendimientos que a todas luces parecen favorables. Por esa razón pensamos que estamos en el camino que parece como el más adecuado para responder a los desafíos de este momento. Por ello es que el imperialismo norteamericano mira con enorme preocupación lo que está sucediendo en su patio trasero, y establece propuestas como el Plan Colombia, como el Plan Dignidad para Bolivia, como el plan de conspiración y desestabilización del régimen de Chávez, y en el caso ecuatoriano -a través del Plan Colombia- pretende derrotarnos. Y pensamos que la lucha antiimperialista en este momento consiste, precisamente, en enfrentar estos problemas que son los desafíos de este momento


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